martes, 29 de enero de 2019

After Bathing


Como haría en muchas con muchas de sus obras, se inspiró en la vida costera típica de los habitantes de Valencia a principios del siglo XX.  La composición es compleja y los efectos lumínicos son notables. la escena costumbrista muestra dos niñas a la sombra de un parapeto de madera, donde se secan y visten después de un baño en el mar.
 Los dos personajes principales están rodeados de: dos niños jugando al sol, en la orilla de la playa; bañistas a lo lejos; un toldo con sombra y luz; la arena con diversos matices y la silla con ropa mojada en una esquina.

Niña con flores


Rompeolas - San Sebastian


Durante los veranos de 1917 y 1918 el pintor y su familia se instalan en la “Villa Sorolla”, una casa situada en la falda del Monte Igueldo de San Sebastián. Allí Sorolla pinta multitud de apuntes de pequeño tamaño, muchos de esos realizados en la misma playa de San Sebastián como vemos en diversas fotografías. Esta obra representa una escena en el paseo marítimo de San Sebastián. El cielo nublado y el ambiente de tormenta le hacen variar la paleta, recurriendo a grises verdosos en el agua que se complementan con los malvas que predominan en el cielo nuboso. Sorolla pone de manifiesto su prodigiosa capacidad de percepción para captar la sutileza del fenómeno atmosférico.
 
La mayoría de las obras realizadas en las playas de San Sebastián, Biarritz y Zarauz tienen un carácter urbano que las distingue de las escenas del Mediterráneo. En Valencia las figuras viven el mar, aquí las figuras lo contemplan como un espectáculo desde el paseo marítimo que hace la función de palco.

Elena en la cala, San Vicente en Mallorca


En el verano de 1919, concluida ya la decoración para la Hispanic Society, Sorolla se instala en Pollensa (Mallorca), después de haber pasado por Valencia. En la Cala de San Vicente retomará su obsesión por la luz, experimentando con ella en diferentes versiones de este paisaje con la sierra del Cavall Bernat al fondo.
 
En ésta, la protagonista, aunque de espaldas, es su hija Elena, que camina sobre las rocas haciendo equilibrios sobre sus tacones, recogiendo su vestido con la mano derecha mientras con la izquierda sostiene un sombrero. Como en otras obras, la figura humana es un apoyo, un pretexto para el verdadero motivo de su interés: la luz, nuevamente un contraluz al atardecer, que hace del agua un espejo de reflejos dorados. Aunque la obra no está probablemente terminada, se aprecia cierta simplificación en las formas y en la composición que revelan la tendencia de Sorolla hacia un arte más sintético, construido a base de grandes planos de color.

Retrato de D. Amalio Gimeno


Retrato del médico, científico y político español Amalio Gimeno y Cabañas (1852-1936), que llegó a ser ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, de Marina, de Gobernación, de Fomento y de Estado durante el reinado de Alfonso XIII.

Estudio académico de la vida


Reflejos en una fuente


Sobre las aguas tranquilas de un estanque del Alcázar de Sevilla, se refleja la arquitectura del monumento. En el centro, fuente de bronce con la figura de Mercurio.

Esperando


Ex voto


«El cuadro muestra el interior del Pouet de Sant Vicent ( el pocito de San Vicente ) uno de los lugares de devoción religiosa más populares de Valencia, situado en la casa natalicia de san Vicente Ferrer, patrón de la ciudad, a donde era costumbre acudir para ofrecer a los recién nacidos bajo la protección del santo y asegurar su salud, en unos años en que la mortalidad infantil era particularmente alta, sobre todo, en las familias de más humilde condición. Además, en la creencia popular, se daba de beber a los pequeños el agua que manaba del pozo de la casa en un ancha pila con cuatro grifos, de cada uno de los cuales se les hacía tomar un sorbo con una rogativa diferente para que comenzaran a hablar pronto.

Así Sorolla recrea en su cuadro el interior de esta pequeña capilla, en la que puede verse todavía esparcidos por el suelo pétalos de rosa de una anterior ofrenda. Allí, una joven madre campesina, pulcramente vestida con sus humildes ropas ,deja su cesto a sus pies para elevar a su pequeño recién nacido a la ventana del altar, situado sobre la gran pila en la que mana el agua del pozo, viéndose colgado de su grifería el cacito que daba de beber a los niños. Le acompaña su marido, situado detrás de ella, que contempla en silencio la emotiva ceremonia con las manos unidas como gesto de recogida de devoción, sosteniendo con ellas su modesto sombrero y unas alforjas. A su lado puede verse una anciana enlutada, seguramente abuela del pequeño, y el sacerdote que acaba de recibir dos sencillos cirios ofrecidos al santo por la familia como humilde exvoto, apresurándose a anotar el óbolo en la libreta que sostiene en las manos. En el primer término puede verse un banco con dos arcas para las limosnas.

Sorolla se detiene a describir con cuidadosa minuciosidad el recodo interior del santuario, revestidas sus paredes de espléndidos azulejos del siglo XVIII, prácticamente ocultos bajo los innumerables exvotos que recubren los muros, ofrecidos por los fieles en agradecimiento a los favores otorgados por el santo, la mayoría de ellos mechones de cabello, en uno de los cuales puede leerse la inscripción que a su vez da título al cuadro, encima de la puerta.

El cuadro está cuidadosamente estructurado, en una composición construida a base de diagonales que se entrecruzan y acentúan la profundidad de este espacio rectangular en el que la perspectiva se indica a través de las baldosas del suelo y mediante los muebles y el altar que se sitúan a la derecha. La luz proviene también de esta zona, desde un punto alto, deteniéndose especialmente en el pañuelo blanco de la muchacha que se halla en el centro de la composición.

El lateral izquierdo queda más en penumbra, ocasión propicia para llevar a cabo el aprendizaje de una lección sobre el sombreado gradual, los intervalos luz-oscuridad y su importancia en la realización y consecución de las formas.

Realmente es una escena de género en la que también se advierte eco de Francisco de Ribera y la pintura naturalista del siglo XVII, siempre interpretada desde un punto de vista más realista, donde el espacio aéreo envolvente sirve para definir el lugar, el carácter y el ambiente. Fue el primer cuadro de Sorolla que tuvo un reconocimiento internacional».

Mercedes Tamara

El día feliz


La profunda amistad de Sorolla con Jiménez Aranda influirá de manera decisiva en su pintura en la que aparecen siguiendo la moda de la exposiciones del momento, escenas populares ambientadas en paisajes naturales y urbanos. Sobre todo destaca “El día feliz” en la que el pintor explora por primera vez las posibilidades plásticas de los bruscos contrastes de luz del sol filtrándose por puertas y cañizos.
Sorolla presentó esta obra, entre otras, a la III Bienal internacional de Venecia, donde la adquirió Civici Musei Udine.

El Beso De La Reliquia


El beso de la reliquia es un cuadro del pintor español Joaquín Sorolla realizado en óleo sobre lienzo en 1893. Sus dimensiones son de 103,5 × 122,5 cm.

Representa el momento en que unas personas acuden a una capilla lateral de la iglesia de San Pablo, actualmente el Instituto Luis Vives de Valencia, para besar una reliquia.​ Con este cuadro, Sorolla obtuvo en 1893 la Medalla de Tercera Clase en el Salón de París, y en 1894, la Medalla de Segunda Clase en la Exposición Internacional de Viena y la Primera Medalla en la Exposición de Arte Español de Bilbao.

Se expone en el Museo de Bellas Artes de Bilbao.


Bendición del barco


Pescadores recogiendo las redes


Retrato de la condesa de Santiago


Las tres hermanas Errázuriz


El bautizo


Sorolla pintó el lienzo en el verano de 1900 en Valencia, por encargo de un importante coleccionista español, y desde entonces ha permanecido en manos de la misma familia. Lo pintó en un año clave en su carrera, ya que en mayo recibió el Grand Prix en la Exposition Universelle de París, un hito que dobló su fama y donde Claude Monet le dio el título de “maestro de la luz”.

Elenita en su pupitre - 1898


En la playa de San Sebastián


La siesta, Asturias


Encajonando Pasas, Jávea


Paisaje asturiano


Los Pimientos

Los pimientos. 1903 - The Hispanic Society of America. Nueva York

Barcos en el puerto, Valencia


En primer término, El paseo del dique por donde pasean varias figuras, todas ellas muy esquematizadas. Sobre las aguas del mar, numerosas barcas de pesca con sus mástiles y velas bien erguidas. Al fondo, flotan otras embarcaciones.

La playa de Biarritz


Hombre ciego de Toledo


Puesta de sol en Biarritz