Sorolla pintó el lienzo en el verano de 1900 en Valencia, por encargo de un importante coleccionista español, y desde entonces ha permanecido en manos de la misma familia. Lo pintó en un año clave en su carrera, ya que en mayo recibió el Grand Prix en la Exposition Universelle de París, un hito que dobló su fama y donde Claude Monet le dio el título de “maestro de la luz”.
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