Durante sus campañas de verano en Levante los niños, que pasaban el día en la playa, esperando a que sus padres acabaran de trabajar o trabajando ellos también, se convirtieron frecuentemente en los protagonistas de las obras de Sorolla.
En este cuadro vemos a una pequeña pescadora que con un palo remueve la arena buscando almejas, mariscos que servirían para complementar la economía familiar.
La ternura que despierta la niña, la belleza del mar en movimiento y la captación magistral de los brillos de la luz en el agua hacen de esta obra una de las más bellas que pintó Sorolla.
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