En 1907 la familia de Sorolla pasará el verano en La Granja de San Ildefonso, pues Sorolla había recibido el encargo de pintar al joven rey Alfonso XIII y lo hará allí, al aire libre. María nacida en 1890 tiene en este momento 17 años. Ha tenido siempre una salud delicada, y en 1906 se le diagnostica una tuberculosis; tendrá que pasar el invierno de 1906-1907 en El Pardo para respirar aire puro de la sierra. Allí la acompañan su madre y sus hermanos hasta que se reunen todos en La Granja.
Sorolla la retrata junto al estanque, en cuya pintura se deleita con los juegos de reflejos en el agua que tanto le han gustado siempre y con la representación de la luz filtrada entre el follaje, otro de sus motivos favoritos. La deliciosa figura de María no registra la enfermedad que acaba de pasar; es más bien una encantadora joven de la belle époque. La acompaña una niña con aro: Susana, la hija del crítico Leonard Williams, que en 1909 publicaría un catálogo de las pinturas de Sorolla.
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