lunes, 14 de junio de 2021

Biografía de Joaquín Sorolla y Bastida

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  • Cuando apenas contaba dos años de edad, fallecieron sus padres Joaquín Sorolla Gascón y María Concepción Bastida Prat,​ víctimas de una epidemia de cólera.
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Al quedar huérfanos fueron acogidos, su hermana Concha y él, por su tía Isabel, hermana de su madre, y su marido, de profesión cerrajero. Pasados los años, su tío intentó enseñarle, en vano, el oficio de la cerrajería advirtiendo pronto que su verdadera vocación era la pintura.

Estudió dibujo en la Escuela de Artesanos de Valencia.​ Compartió estudio en la planta baja de la calle Las Avellanas nº 12 de Valencia con José Vilar y Torres, los hermanos Benlliure y Pinazo.

Al acabar su formación comenzó a enviar sus obras a concursos provinciales y exposiciones nacionales de bellas artes, como la de Madrid en mayo de 1881, donde presentó tres marinas valencianas que pasaron inadvertidas, pues no encajaban con la pintura oficial, de temática histórica y dramática. Al año siguiente estudió la obra de Velázquez y otros autores en el Museo del Prado. Tras visitar el Museo del Prado, Sorolla pintó en 1883 el lienzo inédito Estudio de Cristo, descubierto recientemente, donde se observa la influencia del Cristo crucificado de Velázquez. Comienza así su ‘etapa realista’, siendo su profesor Gonzalo Salva.

Por fin, en 1883, consiguió una medalla en la Exposición Regional de Valencia, y en 1884 alcanzó la gloria al conseguir la Medalla de segunda clase en la Exposición Nacional gracias a su obra Defensa del parque de artillería de Monteleón, obra melodramática y oscura, hecha expresamente para la exposición; tal y como le dijo a un colega suyo: «Aquí, para darse a conocer y ganar medallas hay que hacer muertos».


Cosechó otro gran éxito en Valencia con su obra El crit del palleter sobre la Guerra de la Independencia. De esta manera, fue pensionado por la Diputación Provincial de Valencia para viajar a Roma, donde, a la vez que trabajaba, conoció el arte clásico y renacentista, así como los grandes museos, contactando, además, con otros artistas.

Con su amigo, el también pintor Pedro Gil, se desplazó a París durante el primer semestre de 1885, y conoció de cerca la pintura impresionista, que produjo en él, ya de regreso en Roma, variaciones en su temática y estilo, llegando a pintar el cuadro religioso El entierro de Cristo, con el que no tuvo el éxito esperado. Tomó así contacto con las vanguardias europeas, destacando el impacto que le produjeron las obras de los pintores John Singer SargentGiovanni Boldini y Anders Leonard Zorn.

En 1888 contrajo matrimonio con Clotilde García del Castillo en Valencia, aunque vivirían un año más en Italia, esta vez en la localidad de Asís. A esa época se relacionan algunas de sus obras, entre ellas Vendiendo melones (Museo Carmen Thyssen Málaga), época en la que pintaba temas costumbristas y anecdóticos, por su fácil venta. Por lo general eran pequeñas acuarelas que comercializaba su marchante, Francisco Jover.




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“ERES MI CARNE, MI VIDA Y MI CEREBRO”

Madrid

En 1889 el pintor y su familia se instalaron en Madrid y, en apenas cinco años, Sorolla alcanzaría gran renombre como pintor. En 1894 viajó de nuevo a París, donde desarrolló un estilo pictórico denominado «luminismo», que sería característico de su obra a partir de entonces.

Comenzó a pintar al aire libre, dominando con maestría la luz y combinándola con escenas cotidianas y paisajísticas de la vida mediterránea. En obras como La vuelta de la pescaLa playa de Valencia o Triste herencia describió el sentimiento que producía la visión del mar Mediterráneo, comunicando el esplendor de una mañana de playa con un colorido vibrante y un estilo suelto y vigoroso. Con Triste herencia recibió, en 1900, el Grand Prix en el certamen internacional de París. Además, siguió con su pintura de denuncia social que tantos éxitos le había reportado en los últimos años con obras como Y aún dicen que el pescado es caro (1894).


A finales del año 1900, en el mes de agosto, estando en Valencia, su amigo el escultor Ricardo Causarás Casaña fue a visitar a Sorolla para pedirle que posara de modelo vivo para esculpir una estatua de terracota y yeso, algo mayor del natural, que Causarás tenía pensado exponer en la Exposición General de Bellas Artes de Madrid del año 1901. Sorolla estuvo en el mes de enero de 1901 en el estudio de escultura, posando de modelo durante veinte días para su amigo Causarás, que, además de esculpir su estatua, también esculpió aparte un busto-retrato de su cabeza, solamente en terracota, y el vaciado en yeso de la mano derecha de Sorolla en posición de pintar.

En el mes de mayo de 1901 la estatua Sorollafue expuesta en la Exposición General de Bellas Artes de Madrid, siendo premiada por el jurado con «Consideración de Medalla de Tercera Clase en Escultura». Posteriormente permaneció expuesta en Valencia desde 1901 hasta 1925, en la sala principal del Círculo de Bellas Artes, siendo finalmente regalada al Ayuntamiento de Valencia, que la depositó hasta mediados del mes de agosto de 1930 en los Reales Jardines de los Viveros de Valencia.

Por aquel entonces Valencia lo nombró hijo predilecto y meritorio, y le fue dado su nombre a una calle. Tras muchos viajes por Europa, principalmente Inglaterra y Francia, celebró una exposición en París con más de medio millar de obras, lo que le dio un reconocimiento internacional inusitado, conociéndose su obra pictórica por toda Europa y América.

Hacia el verano de 1905 está en Jávea y realiza una serie de pinturas de niños desnudos, una de sus series más famosas y que le valieron el posterior encargo de la Hispanic Society of America. Uno de los cuadros más destacados de la serie es El baño, de 1905 y que pertenece a la colección del Museo Metropolitano de Nueva York.

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JOAQUÍN SOROLLA, SU MUJER Y SUS HIJOS

Un nuevo proyecto: la casa Sorolla

En 1905, el pintor adquirió un solar en el Paseo del Obelisco de Madrid (luego calle del General Martínez Campos), junto a la residencia de la actriz María Guerrero. En 1909, encargó el proyecto al arquitecto Enrique María de Repullés y Vargas. Poco después compró un segundo solar contiguo que le permitiría ampliar la zona construida e incorporar tres jardines a la vivienda. Sorolla inauguró en 1911 su nuevo hogar en Madrid, tras pasar por diversos estudios y domicilios en la ciudad —plaza el Progreso, pasaje de la Alhambra, calle de Miguel Ángel—.



Su éxito económico es evidente desde 1905. En parte, también provino de su exposición en Nueva York en 1909, que cosechó un éxito sin precedentes, con obras como Sol de tarde o Nadadores, entre otras muchas. También triunfó en 1911, en el Museo de Arte de San Luis y en el Instituto de Arte de Chicago.


El encargo de la Hispanic Society

En noviembre de ese mismo año firmó un encargo para la Sociedad Hispánica de América, por el que realizaría catorce murales que decorarían las salas de la institución, y dedicados a las Regiones de España. Con esta obra realizada entre 1913 y 1919, de tres metros y medio de alto por setenta metros de largo, alzó un imborrable monumento a España, pues en ella se representaban escenas características de diversas provincias tanto españolas como portuguesas. Necesitó casi todo el año de 1912 para viajar por todo el país, haciendo bocetos y trabajos de costumbres y paisajes. De esta tarea destacan los óleos pintados en 1916 dedicados a niños y mujeres en las playas de Valencia, donde predomina la libertad de pincelada y la luz de su tierra. Algunos ejemplos son Madre e hija o Pescadora valenciana.


Retratista y académico

Otra importante faceta que desarrolló en aquellos años fue la de retratista. Posaron para él personajes como CajalGaldósMachado, su paisano Vicente Blasco Ibáñez, o políticos como Emilio Castelar, el rey Alfonso XIII, el presidente William Howard Taft, además de una buena colección de retratos de su familia y algunos autorretratos.

En 1914 había sido nombrado académico y, cuando terminó los trabajos para la Hispanic Society, trabajó como profesor de composición y color en la Escuela de Bellas Artes de Madrid. En 1920, mientras pintaba en el jardín de su casa el retrato de la mujer de Ramón Pérez de Ayala, sufrió una hemiplejia que mermó sus facultades físicas, impidiéndole seguir pintando. Murió tres años después en su residencia veraniega de Cercedilla, el 10 de agosto de 1923.


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JOAQUÍN SOROLLA Y MARIANO BENLLIURE CON SUS RESPECTIVAS FAMILIAS

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ENLACE DE LA HIJA DE JOAQUÍN SOROLLA EN “CASA COLITI”, CERCEDILLA, 1922. ARCHIVO RAGEL.

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FOTOGRAFÍA DE PEPE CAMPÚA REALIZADA A SOROLLA CON SU MUJER CLOTILDE EN CERCEDILLA POCOS DÍAS ANTES DE MORIR.

MALA SALUD Y MUERTE

Por esa época, la salud de Sorolla se resintió, tal y como refleja en 1914 en una carta enviada a su mujer: “Yo no debería pintar ya más. Son demasiados años de lucha y repito la canción, no debía haberme comprometido con esta obra tan larga y pesada, cuando tan trabajado estoy. Hay ratos que me encuentro animoso y joven, pero éstos duran poco, son chispazos”. 

Las quejas sobre el cansancio y los problemas de salud son habituales en las cartas que envía a su mujer, Clotilde, casi a diario. Y casi siempre van en la misma dirección: los mareos. “Estoy mareado y no sigo escribiendo”. “El mareo me sigue aún, no tan fuerte como en Madrid”. “Aún me resiento de algún pequeño mareíto y hoy he suprimido el tabaco”.

Sorolla utilizó algunos colores que fueron una constante en su obra: el bermellón, un pigmento compuesto por mercurio y azufre; el blanco plomo, y el verde de Scheele –un pigmento tóxico que incluso hay quien sostiene que fue el causante de la muerte de Napoleón–. En la actualidad, estos tres colores se elaboran con pigmentos inocuos y sólidos, pero en la época de Sorolla eran comunes las soluciones venenosas. Se dice que Goya sufrió una enfermedad parecida a la que padeció Sorolla. Hoy sabemos que esos pigmentos son nocivos, pero entonces no. La cuestión es si llegaron a envenenarle ya que algunos de los síntomas que describe de esos días coinciden con el hidrargirismo, una intoxicación por mercurio que afecta especialmente a los riñones. Una elevada exposición al bermellón, que empleaba con asiduidad, el hecho de que era un fumador compulsivo, tenía la tensión alta y dolores de cabeza constantes podrían haber acabado causando su muerte.

En 1920, Sorolla sufrió un ataque de hemiplejía que lo dejó invalido del lado izquierdo. Su enfermedad le impidió entregar la obra encargada por la Hispanic Society of America, por lo que no pudo cobrar su trabajo. Habría que esperar a la muerte del artista, el 10 de agosto de 1923, y a la lectura de su testamento para que la Hispanic Society of America liquidara el contrato firmado en 1911. Finalmente el 16 de enero de 1926, la Institución norteamericana inauguró la Sala Sorolla. Por deseo expreso de su viuda, Clotilde, la vivienda familiar y las colecciones que a ella pertenecieron fueron donadas al Estado Español para crear un museo en memoria de su marido.

En 1920, Joaquín Sorolla sufrió una grave enfermedad de la que finalmente falleció en Cercedilla, Madrid, el 10 de agosto de 1923.
Está sepultado en el Cementerio General de Valencia.


Legado y seguidores

Más tarde, su casa de Madrid fue reabierta como Museo Sorolla. Su principal discípulo fue Teodoro Andreu.


Obras –                                                     VER OBRAS >>
Etapa de formación (1863-1886)
  • Estudio de pies (1876-79).
  • Exótico (1876-79).
  • Concepción de los Venerables (1876-79).
  • Niño dormido (1876-79).
  • Marina (1881).
  • Retrato de anciano (ca.1880).
  • Estudio de Cristo (1883).

Etapa de consolidación (1889-1899)

Etapa de culminación (1900-1910)

Etapa final (1911-1920)

Cargos


Vida y obra de Joaquín Sorolla (Documentos RNE)

   

Bienvenido a la Casa Museo de Joaquín Sorolla. Creado por la viuda del pintor doña Clotilde García del Castillo recoger la mayor colección del pintor Joaquín Sorolla en la que fue su última vivienda y estudio.



¡El agua era de un azul tan fino! Y la vibración de la luz era una locura. He presenciado el regreso de la pesca: las hermosas velas, los grupos de pescadores, las luces de mil colores reflejándose en el mar… me proporcionaron un rato difícil de olvidar”. – Joaquín Sorolla


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