Almendro en flor es un pequeño apunte que Sorolla realiza durante su estancia en la ciudad italiana de Asís, en un momento en el que intenta cambiar el rumbo de su pintura.
Al final de su beca en Roma (1885-1888) y tras casarse con Clotilde García del Castillo, Sorolla se instala temporalmente en Asís, donde, alejándose de la pintura oficial del momento, encontrará “su verdadero camino”, “el chispazo de la pintura que llevaba dentro”. Será a través del estudio al natural, en sus apuntes o notas de color, que Sorolla desarrolle un estilo y una personalidad propia. Con sus obras de pequeño formato realizadas al óleo, al aire libre, en sesiones de menos de una hora, Sorolla entrena el ojo y la mano, estudia el ambiente o ensaya esquemas compositivos que plasma en lienzos de grande dimensiones como El monaguillo (nº inv. 1417).
Dentro de los numerosos paisajes realizados en Asís, Almendro en flor destaca por su dominio en el dibujo, el color y la captación de la luz. Al igual que en otros apuntes, Sorolla utiliza como elemento expresivo la propia veta de la madera que contrasta con los tonos blancos, grisáceos y verdosos de los elementos del paisaje, aplicados con una pincelada corta y rugosa combinada con el uso de la espátula para conseguir toques de luz.
Al final de su vida, Sorolla gran amante de la naturaleza y del aire libre, al igual que otros pintores jardineros diseñó en su propia casa un jardín para disfrutar pintando, en el que no pudo faltar un almendro.
Perteneciente en un primer momento a Elena, la hija menor de Sorolla, este cuadro pasó posteriormente a una colección particular. En 2015, gracias a un proyecto de micromecenazgo en el que participaron más de 400 mecenas, fue posible que el Museo Sorolla adquiriese esta obra que permite completar una etapa de la producción del pintor poco representada en sus colecciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario